Dra. Lara Cristóbal (Cirugía Plástica) |
El síndrome de Mondor o enfermedad de Mondor hace referencia a una tromboflebitis de las venas superficiales de la mama y pared torácica que puede aparecer en mujeres sometidas a cirugía mamaria, bien por motivos estéticos o reconstructivos tras cáncer de mama. Se caracteriza por la aparición de un cordón fibroso y palpable, acompañado frecuentemente de dolor. Suele ser autolimitado en el tiempo con una evolución favorable con tratamiento sintomático.

¿Puede aparecer en otra localización anatómica?
Pacientes que han sido sometidas no sólo a cirugía mamaria, sino además a cirugía axilar por biopsia de ganglio centinela o vaciamiento ganglionar (linfadenectomía axilar), pueden desarrollar lo que se conoce como Axillary-Web Syndrome o síndrome de las cuerdas axilares.
Se trata de una variante del síndrome de Mondor que consiste en la aparición de cordones fibrosos palpables en el tejido subcutáneo que se extienden desde la axila hasta el brazo, y se acompaña de dolor y limitación en la movilidad del hombro y/o codo. En casos más severos dichas cuerdas se extienden hasta el antebrazo y la muñeca. Estas cuerdas, muchas veces visibles, se hacen más notables con la abducción del hombro, lo cual además incrementa el dolor. Se trata de un cuadro que aparece generalmente durante el primer mes tras la cirugía (aunque hay casos más tardíos), y responde a una inflamación y trombosis de los vasos linfáticos y venosos de la zona.
¿Cómo se diagnostica? Una correcta exploración física y los síntomas referidos por la paciente son clave. La aparición de dolor y limitación en la movilidad del hombro durante el primer mes postoperatorio, junto con la presencia de cordones fibrosos a modo de ‘cuerdas de guitarra’ en la axila y el brazo son característicos. Una valoración por el cirujano es importante para descartar otro tipo de lesiones, como contracturas musculares, lesiones tendinosas o nerviosas.

¿Cuál es la evolución del síndrome y cómo se trata? En la mayoría de los casos los signos y síntomas desaparecen a los 3 meses, con una recuperación funcional completa, aunque hay casos que pueden persistir durante más tiempo. No hay protocolos establecidos y el tratamiento debe individualizarse.
La evaluación por el cirujano es esencial. Ciertos tratamientos ayudan a aliviar los síntomas y mejorar la movilidad.
Antiinflamatorios no esteroideos, fisioterapia y rehabilitación son algunos de los tratamientos dirigidos a aliviar el dolor, disminuir las cuerdas fibrosas y el edema y mejorar el balance articular del hombro y otras áreas afectas.
Bibliografía:
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